La historia comenzó en Salt Lake City, Utah, la noche del 26 de marzo de 1979. Larry Bird era un rubio larguirucho de fino bigote, enfundado en el jersey azul cielo de Indiana State.
Del otro lado, Earvin Johnson, un risueño sempiterno, vestía los colores de la universidad de Michigan State. Ambos fueron los protagonistas de aquella histórica final de la NCAA, el partido colegial más visto de todos los tiempos, pero fue el segundo el que se llevó la victoria. De paso, ganó el premio del jugador más valioso, y, junto con eso, nació la rivalidad más importante dentro del basquetbol estadounidense profesional durante la década de 1980.
En el draft de ese mismo año, Los Ángeles Lakers ficharon al ‘Magic’, en tanto que su pálido rival, el alero Larry, ya estaba apalabrado desde un año antes con los Celtics de Boston.
Por esos años, la NBA atravesaba uno de sus periodos más difíciles como liga deportiva profesional. El público en las gradas escaseaba, se ventilaron escándalos relacionados con drogas y hasta denuncias por amaños de partidos, lo que condujo a una completa indiferencia por parte de las televisoras.
Sin embargo, la importación de esta rivalidad personal por parte de dos equipos antagónicos por excelencia, vino a revitalizar una liga que muchos daban por muerta. La década de los ochenta les perteneció, y se la dividieron. Si bien ‘Magic’ Johnson se llevó cinco campeonatos y tres trofeos del MVP, Larry Bird no se quedó atrás, levantando tres veces el trofeo Larry O’Brien, dos MVP de liga y otros dos en las finales.
Juntos apuntalaron a la NBA hasta devenir en una liga con expansión a nivel mundial, y aunque su paso por ella fue relativamente breve (13 temporadas cada uno), al retirarse se aseguraron de dejarla, fuerte y sana, en excelentes manos: las de ‘su Majestad’, Michael Jordan.
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