Un deporte que casi no se conoce en América, es el críquet. Su complejidad y el hecho de que hoy se practica sobre todo en regiones muy alejadas de nuestro continente lo han vuelto prácticamente un enigma para los aficionados mexicanos y latinoamericanos. En primera instancia, es importante no confundirlo con el croquet, otro deporte que comparte con el críquet la peculiaridad de haber nacido al cobijo de la Inglaterra Victoriana y que conocemos sobre todo por la referencia que hace de él Lewis Carroll en Alicia en el País de las Maravillas.
Despojado de todo tufo aristocrático, el críquet se puede convertir en un deporte cardíaco, lleno de complejidad y no muy alejado de lo que hoy conocemos como baseball. Su origen es hasta la fecha incierto y los investigadores han trazado dos teorías. De acuerdo con la primera, el criquet fue inventado por niños que mataban el tiempo en las comarcas medievales de Sussex y Kent. Otra versión dice que más bien se trata de una importación flamenca que llegó a la Inglaterra Isabelina por medio de la nobleza.
Sea cual sea la verdad, el hecho es que para el siglo XIX, el críquet se había convertido, junto con el rugby, en uno de los deportes más importantes tanto en Inglaterra como en sus colonias ultramarinas. El prestigio del deporte en ese momento era tal, que en 1900 incluso se le incluyó entre los deportes olímpicos. No obstante, tras la Primera Guerra Mundial, la pérdida de influencia del Imperio Británico se tradujo en un repliegue también de la importancia mundial del críquet.
Esta situación, no obstante, no ha impedido que el deporte tenga popularidad en lugares como la India, donde se le considera deporte nacional y es seguido por los aficionados «como si se tratara de una religión». Ahí, decenas de miles de personas se congregan en estadios para observar partidos e incluso correr apuestas. El legado del críquet también puede encontrarse en otras latitudes. Se ha especulado, por ejemplo, que fueron practicantes británicos de críquet los que dieron origen al baseball en los Estados Unidos.
A semejanza de lo que ocurre con el baseball, los jugadores de criquet buscan anotar carreras, por lo que tienen un bateador, al que se puede anotar un punto haciéndole out. La diferencia con el deporte estadounidense radica en la multiplicidad de formas en que se puede hacer out en el criquet, así como en la modalidad de bateo, que en este caso, se realiza en parejas.
Durante una entrada, los dos bateadores se colocan cada uno en un extremo de la cancha. Los dos extremos se conocen como striker end y non-striker end. En el primero, el bateador tiene que enviar la pelota lo más lejos posible, para que tanto él como el bateador del otro extremo atraviesen la cancha y consigan, de este modo, anotar una carrera antes de que la pelota vuelva a cualquiera de los extremos.
Si el bateo fue muy potente, los jugadores pueden correr varias veces para hacer múltiples anotaciones. Quien al final quede en el striker end, es quien deberá batear durante la siguiente ronda.
El equipo que lanza intenta no solo restringir el número de carreras, sino también eliminar a los bateadores del equipo contrario, lo cual se puede conseguir lanzando la pelota desde el non-striker end hacia el wicket defendido por el bateador, que está compuesto por tres palos verticales.
Tanto si el bateador le da a la pelota, como si no, esta debe ser recogida por un defensa (fielder) y devuelta al lanzador. Un conjunto de seis lanzamientos constituye un over. Cuando un lanzador termina un over, otro lanzador coge el relevo y lanza otro over desde el otro extremo de la cancha. Si un bateador recibe un out, un compañero debe entrar para sustituirlo y seguir corriendo.
Otra diferencia fundamental con respecto al baseball consiste en que un partido de críquet puede durar días, quedando las entradas suspendidas, si llegan a demorarse mucho tiempo. De la manera que sea, el críquet es un deporte complejísimo al que los aficionados del baseball les debemos mucho en términos de historia y de legado deportivo.