Por más de un siglo, los varones estadounidenses han sido condicionados para desear, más que cualquier otra cosa, sobresalir en beisbol o en el futbol americano. El beisbolista profesional es una institución tan profunda entre los estadounidenses, que incluso ha dado lugar a estereotipos como el del ‘chico solitario del beisbol’, que ha protagonizado tantas películas y que algunos escritores, como Philip Roth o Jack Kerouac, han sabido recrear de manera magistral.
No obstante, la estadística es cruel y se empeña en obstaculizar el deseo, de manera que sean unos pocos los que consigan grabar sus historias en los salones de la fama deportiva.
Desde el legendario Babe Ruth, hasta los actuales ídolos latinos, pasando por figuras como Joe DiMaggio, muchos son los que han alcanzado esta apoteosis jugando en diversas posiciones. Un ejemplo relevante y actual es Gerrit Cole, pitcher de los Astros de Houston y verdadero terror para los bateadores de toda la Unión Americana.
Quienes no siguen beisbol, tienden a imaginar que el estrellato en el deporte es para los bateadores que anotan un home run tras otro. Esta concepción errónea viene de la tendencia a equiparar todo deporte con el futbol, donde la gloria típicamente es para los delanteros y ocasionalmente para los porteros, o con el futbol americano, donde los jugadores relevantes siempre son los quarterbacks o los receptores.
En el beisbol, la situación es distinta, pues, al ser un deporte más lento pero también más complejo en su estructura, el pitcher y el catcher, o incluso los jardineros, pueden llegar a ser figuras tan destacadas como el bateador.
Quien tenga dudas al respecto, solo tiene que consultar las estadísticas de Cole, quien con 29 años y apenas uno con el equipo texano, se ha convertido en el segundo pitcher en la historia en conseguir 14 ponchadas por strike out en tres juegos consecutivos.
A esto, hay que sumarle otros logros como convertirse en el tercer pitcher de los Astros en quemar a 300 bateadores en una temporada y además ser el segundo pitcher de la historia que consigue esos 300 quemados más rápido.
Una cosa es clara, desde que llegó a los Astros, procedente de los Piratas de Pittsburgh, Cole se ha vuelto imparable, demostrando la riqueza del beisbol, un deporte donde se puede destacar sin hacer un solo home run, ni una jugada extraordinaria. La de un pitcher es una carrera complicada, solo el talento y el esfuerzo conjugados pueden levantar a un tirador de entre los mortales.
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