Charrería (México)
La charrería es el deporte-espectáculo nacional de México; con gran popularidad y prestigio en el país, es, desde 2016, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.
La charrería se practica en recintos muy parecidos a donde se lleva a cabo el toreo, llamados lienzos charros. En estos eventos, popularmente conocidos como charreadas, el público tiene la oportunidad de admirar las habilidades y los trucos de los charros en el arte de arrear y jinetear yeguas y/o toros cerriles.
Entre las actividades que se llevan a cabo existen un gran número de suertes charras, tales como ‘la cala’, en donde se demuestra la buena educación y rienda del caballo, o el ‘ jinete de toro o de yegua’, faena en la cual un charro debe montar a un toro o a una yegua hasta que este o esta dejen de reparar.
También se realizan las llamadas ‘manganas a pie’, las cuales consisten en que un jinete, situado a una distancia de cuatro metros de la barda, debe lazar las patas delanteras de los caballos que pasen, o el ‘paso de la muerte’ una faena en la que el charro, montado en su caballo, salta a otro sin montura, sujetándose de este sólo de las crines hasta dominarlo.
Futbol sala (Uruguay)
Luego de que, en 1930, Uruguay ganara la primera edición de la Copa del Mundo de futbol, todos los niños del país quisieron practicar el juego de moda. No obstante, muchas de las escuelas no contaban con canchas de futbol o con el espacio necesario para construir una.
Fue entonces cuando al profesor de una escuela cristiana, Juan Carlos Ceriani, se le ocurrió que podía llevar el deporte a interiores, ajustando sus reglas y adoptando las de otras disciplinas tales como el basquetbol (de donde tomó el número de jugadores, cinco, y tiempo total del partido, cuarenta minutos), el balonmano (el tamaño de las porterías) y el waterpolo (las funciones del portero).
Al
igual que otros tantos, el futbol sala nace como variante de un deporte
antecesor, ajustándose a las circunstancias y necesidades de los nuevos
practicantes. En él, dos equipos contrincantes de cinco jugadores, contando al
portero, se enfrentan con la intención de introducir el balón en la portería
que defiende el guardameta rival.
Tejo o turmequé (Colombia)
El tejo colombiano es una suerte de rayuela con final, digamos, explosivo. El objetivo es lanzar un disco metálico, de poco más de medio kilo, hasta una caja rectangular inclinada rellena de arcilla. Enterrada en el centro de la caja hay un tubo llamado bocín, y dentro de este y a su alrededor se encuentran las mechas, que son pequeños sobres con pólvora. El objetivo del juego es enterrar el tejo dentro del bocín o quedar lo más cerca posible.
El tejo se juega a veintisiete puntos, dando uno para la mano, tres para la mecha, seis al ‘embocinar’ y nueve para la ‘moñona’, que significa embocinar con mecha. El tejo, también llamado tumerqué, es practicado desde hace más de medio siglo por los pueblos originarios de Colombia, con la única diferencia de que, en aquél entonces, en lugar de tejo se lanzaba un disco de oro sólido llamado ‘zepguagoscua’, lujo que casi nadie se daría en estos días.
Capoeira (Brasil)
Dos contrincantes se enfrentan dentro de un círculo de personas llamado la ‘roda’. Cada uno de ellos realiza, al ritmo del birimbao (instrumento de cuerda parecido al arco musical), una serie de suertes y movimientos acrobáticos.
Puede desarrollarse de manera deportiva, escénica, a modo de arte marcial o como defensa personal. Sin embargo, encasillar al capoeira en la segunda categoría deja fuera muchos de los aspectos fundamentales de la disciplina como la danza, la música, la teatralidad y otras formas de la expresión corporal.
Su origen se remonta a la época de la colonia portuguesa, con los esclavos africanos. Por ello, su práctica fue perseguida durante muchos años, aún después de que fuera abolida la esclavitud, hasta que, en 1937, el célebre Mestre Bimba se presentó frente al presidente Getulio Vargas, quien lo declararía deporte nacional. En 2014, el capoeira fue incluido en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
Pato (Argentina)
Desde 1953, el pato es el deporte nacional de Argentina. Si se lo ve sin prestarle mucha atención, a algún despistado podría parecerle una mezcla entre polo y futbol. No obstante, tiene sus reglas particulares.
El pato se juega a caballo, y su objetivo último es introducir una pelota con manijas de cuero en un cesto vertical, situado en los extremos del campo, el cual suele tener entre 180 y 200 metros de largo por 80 o 90 metros de ancho. Si bien es poco conocido en el mundo, el juego es muy popular en algunas poblaciones del territorio argentino, ya que, al ser una actividad ligada con la vida del campo, suele ser practicada en el interior del país.
Tradicionalmente, en lugar de una pelota se usaba un pato de verdad —a veces muerto, pero en otras vivo— encerrado dentro de una bolsa. Por su brutalidad, fue prohibido durante muchos años, hasta que en 1938 se le reglamentó, sustituyendo al animal por un balón de caucho.
Rodeo chileno (Chile)
El rodeo chileno nació como una actividad propia de los quehaceres del campo chileno. Posteriormente, durante la época de la Colonia, se convirtió en una práctica recreativa, y hoy en día es uno de los deportes más practicados en el país sudamericano, al grado de que algunos dicen que es el segundo, sólo detrás del fútbol.
Las actividades en esta disciplina ecuestre se llevan a cabo en un recinto o explanada con forma circular, llamada medialuna. En ella se dan cita una pareja de jinetes llamada ‘collera’ que han de arrear y atajar un novillo en tres oportunidades consecutivas sobre dos quinchas acolchadas.
A principios de la década de los sesenta, el rodeo chileno fue reconocido como disciplina deportiva, con todos los elementos que la conforman, tales como reglamentos, jurados y espacios para su desarrollo, y en 1962, se le nombró deporte nacional de la República de Chile.
Deja una respuesta