El All-Star Game o Juego de Estrellas, es un partido amistoso que organiza la National Basketball Association, y el platillo fuerte del llamado All-Star Weekend. En él se enfrentan los mejores jugadores del año, divididos en dos equipos que antes representaron la Conferencia del Este y la Conferencia del Oeste, y que a partir del 2018 lo hacen liderados por sus capitanes.
Los jugadores son elegidos mediante la votación del público, siendo los titulares aquellos cinco jugadores con más votos. Más allá de la competitividad deportiva, el objetivo del juego es la diversión y el espectáculo.
Los basquetbolistas relajan la defensiva y se enfocan en anotar la mayor cantidad de puntos y, sobre todo, de hacerlo de las formas más vistosas posibles. Estas son cinco de las mejores actuaciones en la historia de los All-Star Game:
5. El anfitrión del Juego de Estrellas de 1996 fue el Alamodome, casa de los Spurs de San Antonio y de la otrora estrella David Robinson, llamado a lucir en sus dominios. Sin embargo, un jovencísimo Shaquille O’Neal tenía otros planes. Lejos de inclinarse ante ‘el Almirante’, O’Neal se robó la noche con sus 25 puntos, 10 rebotes, dos bloqueos, incluido un ‘facial’ al mismísimo Robinson, y hasta opacó la actuación de Michael Jordan —algo que no cualquier haría—, que se llevó a casa los honores de MVP por anotar 20 puntos en la victoria del Este por 129-118.
4. El juego del 2003 no fue el más vistoso de la historia, pero será recordado para siempre por un simple hecho: significó la última aparición de Michael Jordan en un partido del Juego de Estrellas. Para ese encuentro Jordan no fue votado como titular, si bien Vince Carter tuvo la amabilidad de ceder su lugar en la quinteta inicial.
Michael tuvo una actuación discreta, con un total de 20 puntos. Sin embargo, poco le faltó para salir en hombros, como lo hizo innumerables veces a lo largo de su carrera. Con el tiempo extra llegando a su fin, se suspendió en el aire con ese movimiento patentado y encestó, con solo cuatro segundos restantes en el reloj, la que hubiera sido la canasta ganadora, si no fuera porque Kobe Bryant, su heredero estilístico y alumno más destacado, recibió una falta de triple y conectó dos de los tres tiros libres.
Jordan no recibió el MVP del juego, aunque nadie le reprocharía eso al que forjó, quizá, la carrera más distinguida en la historia del baloncesto.
3. En el juego de 2001 todos estaban expectantes de lo que haría un jugador de solo 183 centímetros de altura: Allen Iverson. Aquella temporada obtuvo su segundo título de puntuación (31.1 puntos por juego), fue nombrado MVP de la temporada regular y llevó a los Philadelphia 76ers a 56 victorias de la temporada regular y a una corona de la Conferencia Este (perdería la final contra los Lakers de Kobe y Shaquille).
Iverson, un verdadero David en tierra de Goliats, anotó 15 de sus 25 puntos en los últimos nueve minutos del juego, antes de que Stephon Marbury, otro jugador bajito, sellara la victoria del Este por 111-110 con un par de triples en los últimos 53 segundos.
«Todos decían que no podíamos ganar debido a nuestro tamaño. No se trata del tamaño. Se trata del tamaño de su corazón», dijo Iverson más tarde, luego de recibir el trofeo al Jugador Más Valioso y ponerle la cereza del pastel a la temporada definitoria que lo encumbraría, 15 años después, a convertirse en miembro del Salón de la Fama.
2. El juego de estrellas de 1988 fue todo para Air Jordan. Los Toros de Chicago organizaron el fin de semana y Michael estaba pasando por uno de sus mejores momentos en lo individual, liderando la liga en anotaciones (35 puntos por juego), robos (3.2 por juego) y minutos (40.4) en camino al primero de sus cinco trofeos de MVP de la temporada y a su único Premio al Jugador Defensivo del Año.
La fiesta comenzó el sábado, cuando superó a Dominique Wilkins en el Slam Dunk Contest, con aquella mítica clavada en donde voló desde la línea de tiros libres, no una, sino dos veces. La noche siguiente, Wilkins y Jordan hicieron las pases y unieron fuerzas, el primero anotando 29 puntos, el segundo 40, para que el Este se llevara la victoria 138-133.
Sumando los ocho rebotes, las tres asistencias y los cuatro robos y bloqueos que logró ‘Su majestad’, el premio de Jugador más Valioso del partido resultó más que obvio. Al finalizar el partido, Isiah Thomas, el guardia de los Pistones de Detroit, declaró a los medios: «Yo sólo quería asegurarme de que Michael tuviera la mayor cantidad de mantequilla en su pan». Y así fue.
1. En 1991, Earvin ‘Magic’ Johnson, la estrella de los Lakers de Los Angeles, cimbró el mundo del deporte al anunciar su retiro de las duelas, luego de contraer VIH. Sin embargo, y a pesar de que dio un paso al costado para la temporada 1991-1992, el público votó por él como titular de la Conferencia del Oeste, y el ‘Magic’ no en escatimó su talento para complacer a los asistentes, correspondiendo al cariño de la gente.
De silbatazo a silbatazo fue la estrella del partido, con 25 puntos y nueve asistencias, y fue aclamado en una línea de abrazos por el resto de sus compañeros, demostrándole al mundo que la enfermedad del ‘Magic’ no se interpondría entre ellos. Johnson fue nombrado Most Valuable Player, pero —en los tiempos en los que la palabra SIDA era tanto un tabú como las siglas de un enemigo poco conocido— su gran actuación y gracia en aquél partido significó muchísimo más.
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