Lionel Messi no le debía nada a nadie, excepto, quizá, a los argentinos. El mejor futbolista de todos los tiempos lo ha ganado todo a nivel individual y en equipos, incluidos seis balones de oro y 35 títulos con el Barcelona FC, entre ellos, 10 campeonatos de La Liga y cuatro de la UEFA Champions League. Sin embargo, desde hace más de una década, la mayoría de los fanáticos argentinos, tan apasionados como severos, le venían reprochando, casi exigiendo, que ganara algo importante con la selección. Que no fuera envidioso, que no dedicara sus mejores tardes y sus mejores goles únicamente al Barça.
En cada justa internacional, la presión iba en aumento. La eterna comparación —y el subsecuente corolario— entre Lionel y Diego Armando Maradona se basaba en el hecho de que ‘el Pelusa’ los llevó a la gloria en el Mundial de 1986.
‘Pecho frío’, le decían muchos, injustamente, cuando Messi abandonaba el campo cabizbajo, luego de perder el partido decisivo. La escena se repitió cuatro veces.
La primera ocasión en la que Messi jugó una final con la selección mayor fue en la Copa América del 2007. Argentina llegó a la final jugando a gran nivel y habiendo ganado sus seis partidos anteriores. El rival, Brasil. El resultado, 0-3 a favor de la Canarinha. ‘La pulga’ fue nombrado el Mejor Jugador Joven del campeonato, pero ese premio no sirvió de mucho, de consolación acaso.
La segunda final que disputó —y perdió—, fue, por mucho, la más dolorosa. Sin tener el mejor de los torneos, Leo llevó a la selección hasta el último juego de la Copa del Mundo de Brasil 2014, enfrentando a Alemania. En los últimos minutos del juego, el gol de Mario Götze terminó de tajo con las ilusiones de la albiceleste, y dejó a Messi, de nuevo, con las manos vacías.
Un año después vino la tercera final perdida. Esta vez, en la Copa América Chile 2015, Argentina cayó frente al anfitrión, en penales. El 10 estuvo muy lejos de su mejor nivel, y las críticas se incrementaron. Su revancha le llegaría muy pronto. En 2016 se llevó a cabo una edición extraordinaria, conmemorativa y de carácter oficial de la Copa América: la llamada Copa América del Centenario. El certamen, organizado por la Conmebol y la Concacaf, tuvo lugar en los Estados Unidos. Una vez más, la final fue disputada por Chile y Argentina, repitiendo la victoria —y la forma: en penales— el combinado de ‘la Roja’. Tras la derrota, Messi declaró ante los medios que “renunciaba” a la selección argentina. “Se terminó para mí la selección. No es para mí. Lamentablemente lo busqué, era lo que más deseaba y no se dio”, expresó el futbolista, que en ese entonces acaba de cumplir 29 años.
Por supuesto, superado el mal trago de los tropiezos consecutivos, y ya con la cabeza más fría, Messi volvió a acudir a un llamado internacional. Estuvo presente en Rusia 2018, aunque con poco éxito para Argentina, siendo eliminado por la selección de Francia —que terminaría levantando la copa— apenas en la fase de octavos de final.
Finalmente, la historia le sonreiría en la edición de la Copa América Brasil 2021. Luego de un excelente torneo en lo individual y en lo grupal, Messi comandó a su selección para alcanzar una final inmejorable: frente a los brasileños y en el Maracaná. A ese partido Lionel llegó convertido en el futbolista con más presencias con la albiceleste, con 151 partidos, y en el máximo artillero, con 76 tantos, además de brindar 47 asistencias con la camiseta nacional.
Los reproches y las tensiones llegaron a su fin con el abrazo entre dos Lioneles: Messi y Scaloni, capitán y director técnico. Ninguno pudo contener el llanto, y ambos fueron lanzados por los aires por el resto del equipo. A sus 34 años, Messi levantó un trofeo y festejó un título que tardó mucho, muchísimo en llegar, pero que, para la alegría de todo un país, al fin lo hizo.
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