Todos conocemos su historia. En 2013, una comunidad indígena al noroeste de Oaxaca pasó de la inadvertencia nacional a protagonizar muchas planas de los periódicos deportivos de México y del mundo. Un grupo de niños de un pueblo triqui saltó a la fama por motivos peculiares: ganaron un torneo infantil de basquetbol, y lo hicieron jugando sin calzado. Su entrega durante los partidos era absoluta, y llamaba la atención el contraste entre su nivel de juego y la precariedad de su equipamiento e indumentaria.
El éxito deportivo de estos niños evidenció la falta de recursos y otras carencias que tiene su comunidad, provocando que medio mundo volteara a verlos. No fueron pocos los que se ofrecieron a patrocinarlos con uniformes y calzados. Los niños, sin embargo, declinaron esos ofrecimientos, argumentando, luego de probarse los tenis, que estos les restaban velocidad y que preferían jugar descalzos porque así se sentían más libres y ligeros.
El resto es historia. Se filmaron documentales sobre el caso y su fama llegó hasta la NBA, dejando como recuerdo la foto de Gregg Popovich con el profe Sergio Zúñiga, el entrenador de los niños triquis, luego del juego que Los Spurs de San Antonio tuvieron contra ellos, y en donde los profesionales, en un gesto de respeto y reverencia, también se descalzaron.
Seis años han pasado desde entonces, y el proyecto que en un principio lideró el profe Zúñiga sigue en pie y más fuerte que nunca. Ahora lo dirigen tres entrenadores. Uno de ellos es el profe Octavio Merino Ramírez, quien asegura que ya se han formado varios equipos de Oaxaca, provenientes de diferentes regiones como la Sierra Sur, la Sierra Juárez, el Istmo, Valle Central y la Mixteca.
Los equipos tienen varios eventos al año. El propósito del proyecto sigue siendo el mismo: inculcarles el valor de la disciplina y el trabajo, para que en un futuro los niños puedan solicitar una beca deportiva y continuar sus estudios.
Integrantes de la segunda generación de los llamados ‘Gigantes Descalzos de la Montaña’, como Gabriel Hernández o Rodrigo Vargas entrenan y asisten a muchos eventos y partidos alrededor de la República, con el sueño, todavía lejano pero asequible, de algún día debutar en la NBA.
Sin embargo, ¿dónde están y qué fue de los niños triquis de aquella primera generación que se hizo mundialmente famosa?
Según un reportaje que realizó el medio informativo Tercera Vía, la mayoría de los niños que aquél grupo, ahora unos jóvenes de 14 y 15 años, se encuentran entrenando basquetbol, si bien lo hacen en un lugar donde probablemente nunca se hubieran imaginado: la sede de la Policía Federal, en Iztapalapa.
Fue Enrique Galindo, en aquel entonces comisionado general de la Policía Federal, el que los invitó a entrenar en este espacio. Hoy en día, a pesar de que Galindo ya no está en su cargo, el acuerdo permanece y los muchachos siguen practicando su deporte favorito de lunes a domingo, de 9:00 a 11:00 horas, para luego tomar clases particulares.
La decisión de mudarse al complejo policial no fue fácil. Tuvieron que sopesar las dificultades que tenían en sus comunidades, como las de las canchas en donde entrenaban y las cuotas que se les quería cobrar por usarlas. Al final optaron por aceptar la propuesta de Galindo.
Las exigencias de su entrenador actual, Sebastian Ortiz, no han aminorado. Los jugadores asisten, viernes y sábados, al Colegio de Ciencias y Humanidades para complementar sus educación con otras materias, ya que es obligatorio que mantengan un promedio mínimo de 8.5 para continuar siendo parte del equipo.
El objetivo común a mediano y largo plazo es que los jóvenes deportistas cursen su preparatoria en Estados Unidos. De hecho, once de ellos ya fueron becados por parte de la National Basketball Association (NBA) para que continúen sus estudios y entrenamiento.
Nadie sabe si en un futuro alguno o varios se conviertan en jugadores profesionales, o bien realicen algún posgrado y regresen a sus comunidades para ayudar a su gente, tal como lo hizo el pionero del proyecto, el profe Zuñiga.
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