Todos sabemos qué es un maratón. Muchas ciudades se precian de contar con uno entre sus principales actividades deportivas. Pero lo que se nos escapa es el origen de la competición. Si nos atenemos a lo estrictamente histórico, encontraremos que es una actividad relativamente reciente, pues la versión que conocemos, tomó forma a finales del siglo XIX, casi a la par de las primeros Juegos Olímpicos.
Un detalle interesante sobre este deporte es que no lo fundó un atleta sino un filólogo. Nostálgico por las viejas glorias gimnásticas de la civilización griega, el filólogo francés Michel Bréal, propuso a Pierre de Coubertin, padre de los Juegos Olímpicos, la celebración de una carrera de velocidad que llevará el nombre de ‘marathon’.
La idea fue acogida con benevolencia y pocos años después había trascendido los Juegos Olímpicos, encontrando cobijo en las alcaldías de varias ciudades, que adaptaron la competición para que pudiera realizarse en entornos urbanos. Pero ¿de dónde sacó Bréal el nombre para la entonces nueva justa deportiva? Esa es una incógnita interesante cuya respuesta, requiere a quien la formula trasladarse por lo menos 2 mil 500 años atrás en la historia.
Hacia el siglo V antes de Cristo, la entonces pujante civilización griega conoció un imperio rival como no lo había tenido antes. Hablamos, claro está, de los persas, cuyas diferencias con los griegos han inspirado tantas historias épicas, como la que narra la película 300.
Uno de los múltiples desencuentros entre griegos y persas se produjo en un campo que recibía el nombre de Marathon y que estaba, oh ironía, consagrado al dios Marte que tutelaba, entre otras actividades no menos violentas, la guerra. El campo de Marathon fue escena de una de las batallas decisivas en la guerra entre ambos imperios y, sin saberlo, sirvió también para nombrar un deporte varios milenios después.
Pero ¿cómo se produjo esta relación entre el deporte y la épica batalla? Aquí es donde entra la leyenda y, al respecto, hay dos versiones. Según la primera, que nos legó Heródoto, el espartano Fidípides corrió 40 kilómetros sin parar para avisar a sus jefes sobre el desembarco persa. La acción de Fidípides permitió a los espartanos prepararse con ventaja y lograr vencer así al enemigo persa.
El historiador latino Plutarco nos legó otra versión sobre la historia. Según él, la gran carrera no se produjo antes sino después de la batalla, cuando un heraldo ateniense corrió esos 40 kilómetros para avisar a su pueblo la buena nueva: los persas habían sido derrotados.
De la manera que sea, el nombre de la batalla de Marathon quedó irremediablemente unido al de una larga distancia que se recorre a velocidad constante. Menos de una década después de la creación del deporte, las autoridades de Boston organizaron la primera edición del que se convertiría en el más célebre maratón urbano de todos los tiempos.
Organizado el tercer lunes de abril, el maratón de Boston congrega cada año a decenas de miles de participantes. Es tal la afluencia, que la conmemoración incluso ha atestiguado atentados terroristas, como los que trágicamente dejaron cuatro muertos y casi 200 personas heridas en 2013.
En México, los maratones urbanos más importantes son el de la capital del país, que se celebra en agosto, en tanto el de Aguascalientes y el de Querétaro tiene lugar en octubre.
Tradicionalmente, se asocia el triunfo en el maratón a las personas de nacionalidad keniana, pues este es un país donde la gente entrena duro para este deporte. No obstante, el maratón es una actividad que ofrece su potencial a cualquiera que quiera probarse a sí mismo y sentirse, aunque sea por unas horas, como un glorioso soldado griego.