El mejor tenista de la historia es mujer. Con 24 torneos de Grand Slam ganados, Margaret Court supera por uno a la segunda en la lista, Serena Williams y por tres al suizo Roger Federer, tercer lugar y primer nombre masculino que aparece en el repertorio.
Nacida en Nueva Gales del Sur, un territorio salvaje en el sureste de Australia, Court fue la menor de cuatro hermanos. Empezó a jugar tenis a los ocho años como una forma de lidiar con la frustración que le provocaban los castigos a los que la sometían las religiosas de su escuela por ser zurda. Diez años después, su tenacidad la había hecho ganar siete títulos consecutivos en los campeonatos de su país natal.
Para 1962, con 20 años de edad, Margaret Court había ganado los campeonatos de Francia y Estados Unidos y un año después, se convirtió en la primera mujer australiana en ganar el campeonato de Wimbledon en Londres. Después de eso vino una breve etapa de inactividad en la que se retiró para casarse con Barry Court, de quien tomó el apellido con el que se conoció después.
Acostumbrada, como estaba, a ganar, su retiro no duró mucho. En 1968 volvió al juego y dos años después se llevó los cuatro Grand Slams: el Abierto de Estados Unidos, Roland Garros en Francia, el de Wimbledon y el Abierto de su propio país. Para entonces, ya había hecho historia y los reflectores internacionales estaban en esa mujer que, con poco menos de treinta años, ganaba el noventa por ciento de sus partidos.
La década de 1970 fue particularmente productiva para Margaret Court; mientras criaba a sus hijos, seguía destacando en los Grand Slams, llevándose de forma recurrente el Abierto de Estados Unidos. Tras el nacimiento de su tercer hijo, en 1976, Court comenzó una retirada paulatina del deporte que concluyó con la disputa de su último partido profesional en 1977. Para entonces tenía 35 años de edad y había hecho una carrera difícil de superar. Tendrían que pasar casi tres décadas para que Serena Williams hiciera su aparición y amenazara con destronar para siempre a la australiana.
Hoy, la incólume Margaret Court vive alejada de la farándula deportiva. Su principal foco de actividad es la Iglesia Cristiana del Reino de Dios, donde ejerce como misionera, quizá una de las actividades más alejadas de lo que significa ser una estrella del tenis.