Desde 2015, en el mes de octubre los fanáticos del automovilismo en nuestro país tienen una cita imperdible en el Autódromo Hermanos Rodríguez para celebrar el Gran Premio de México. La carrera, que forma parte del Campeonato Mundial de Fórmula 1, es, junto con el Gran Premio de Brasil, una de las únicas que se corren actualmente en Latinoamérica.
El GP que se celebra en la Ciudad de México es un multitudinario evento que ha cautivado a propios y extraños, no obstante su origen guarda una historia trágica que marcó a toda una generación de corredores mexicanos de F1, la mejor que el país ha tenido.
Todo comenzó con el presidente Adolfo López Mateos, quien tenía como pasatiempo conducir Ferraris a gran velocidad por algunas avenidas de la capital. Esta afición sentó las bases para que, durante su mandato, se construyera el primer autódromo de la capital mexicana: el Magdalena Mixiuhca, que recibió el mismo nombre del complejo deportivo en el que está ubicado.
La pista se inauguró en 1959 con una carrera que duró cuatro horas y de la que resultaron ganadores Pedro Rodríguez, Moisés Solana y Ricardo Rodríguez, pilotos que durante la década de 1960 se convertirían en los ídolos de un país con un incipiente gusto por este deporte, y cuyas muertes en accidentes al volante revertirían la popularidad que el automovilismo había ganado a nivel nacional.
El primero fue Ricardo: en 1962, a los 20 años de edad, se estrelló contra un riel de protección del recién inaugurado autódromo mexicano debido a una falla en la suspensión del Lotus que conducía. Después fue Moisés, en 1969, cuando su McLaren impactó contra un muro de concreto en una carrera de exhibición en Valle de Bravo, tenía 33 años. Finalmente, Pedro seguiría el camino de su hermano menor Ricardo en 1971, al accidentarse, a los 31 años, en una carrera poco relevante en Núremberg, Alemania.
El GP de México, albergado en el Magdalena Mixiuhca, se incluyó por primera vez en el Campeonato de F1 en 1963, y permaneció hasta 1970. Tres años después, el circuito cambiaría su nombre a Autódromo Hermanos Rodríguez en honor a los pilotos fallecidos, sin embargo no sería hasta 1986 que la carrera se retomaría por ocho años más. 23 años después, en 2015, México volvería a recibir a la Fórmula 1; desde entonces la carrera se ha celebrado con éxito y recobrado terreno en el mundo de los aficionados al automovilismo.
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