El deporte siempre ha sido un lugar donde deportistas y aficionados de diferentes nacionalidades, orígenes y creencias, se hermanan. Es así como la cancha se convierte en un punto de reunión para la diversidad, donde se celebra lo extraordinario de ser humano y de llevar el cuerpo a su máxima capacidad.
El espíritu deportivo se ha caracterizado por anteponer el respeto a los rivales del juego por sobre el deseo de ganar. Es así como muchas veces hemos presenciado momentos inspiradores que, más allá de demostrar la capacidad física de un deportista, demuestra su calidad como persona.
Andrey Rublev, siendo uno de los tenistas más admirados de su país, con miles de seguidores de todo el mundo, ha sido uno de los más impactantes en estos momentos. Como es costumbre, al final de cada partido de tenis el ganador de la partida se acerca a la cámara y plasma su firma en el cristal, dejando su marca en la imagen que se transmite por televisión.
En esta ocasión, a la hora de que el tenista ruso se acercó a la cámara, en lugar de escribir su propio nombre sorprendió al mundo con un mensaje contundente y urgente: no war please (no a la guerra, por favor). Este acto de protesta no es pequeño, considerando la situación en su país de origen, donde las protestas y los manifestantes en contra de la guerra han sido silenciados con violencia.
Una semana antes de este acto de resistencia, Andrey Rublev había hecho doblete en Marsella con el urcraniano Denys Molchanov. Después de haber entrenado juntos cuando eran más jóvenes, los triunfos en la cancha les saben mejor en conjunto, según ha afirmado Rublev.
El ruso Daniil Medvedev, por su parte, escribió un tweet en contra de la guerra, pidiendo paz para los niños del mundo. Es necesario reconocer sus acciones para visibilizar a nivel internacional la posición de paz que muchos rusos comparten. De nuevo, deportistas destacables nos demuestran cómo el deporte está para unirnos más allá de las banderas.
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