Pocas cosas dan tantos dolores de cabeza a los aficionados mexicanos al futbol como las sanciones con las que amenaza la FIFA a la selección nacional cada que suena la célebre porra Ehhhh… putooooo.
De acuerdo con la instancia internacional, se trata de un grito homófobo que utiliza un slur dirigido a la población homosexual para distraer o burlarse de los adversarios. Los aficionados, no obstante, defienden el grito como una expresión coloquial que poco o nada tiene que ver con las preferencias sexuales de nadie.
Independientemente de quién tenga la razón en esta polémica meta-deportiva, queda una pregunta en el aire: ¿dónde surgió ese grito? De acuerdo con algunos comentaristas deportivos, el origen del grito es, irónicamente, ajeno al mundo del futbol, aunque no al del deporte en general.
En los noventa, aficionados de equipos de futbol americano junior en Monterrey acuñaron el grito Ehhhhh… pum para el momento en que alguien iba a hacer una anotación.
El grito, que aún no hacía uso de la palabra homófoba ‘puto’, era especialmente utilizado por quienes acudían a los partidos protagonizados por los Borregos del Tec. El grito que apropiaba el insulto al final se popularizó en los encuentros entre Tigres y Rayados.
Además, a diferencia de lo que ocurría en los partidos de futbol americano, en los partidos de soccer el grito no era de victoria sino para distraer al adversario.
A partir de 2001 fue común escucharlo en partidos donde participaba el Tigres, de ahí, fue poco a poco adoptándose por otras porras hasta alcanzar la cumbre de la popularidad en el la Copa del Mundo de 2014.
En esa época el grito provocó niveles de polémica que rozaban lo indescriptible, pues ya no era utilizado solo por equipos locales, sino que había trascendido hasta alcanzar a la selección y sus aficionados.
Por desgracia, el clima de la época, caracterizada por la elevada conciencia moral progresista y lo que algunos críticos han denominado ‘corrección política’, llevó a que los aficionados que lo utilizaban recibieran llamadas de atención y amenazas por parte de la institución oficial.
No obstante, ha sido difícil erradicar esa costumbre entre las aficiones, y aunque ya no se utiliza tanto en partidos internacionales, sigue escuchándose en los estadios locales y a veces en los que se juegan contra Estados Unidos, principal rival de México dentro de la Concacaf.
Independientemente del contexto en el que se utiliza, es evidente que el grito no deja de ser desafortunado en tanto exterioriza la negatividad que los varones mexicanos heterosexuales sienten hacia todo lo que se salga de la norma. Esto, en un país que tiene el segundo lugar a nivel mundial en crímenes de odio, por ejemplo, contra personas transgénero, es algo que debe llevar a la reflexión y, quizá, a la eventual desaparición o modificación del grito.
El ingenio mexicano, en ese sentido, da para mucho. Aún así, no deja de ser un tanto hilarante cuando, en un partido en Los Ángeles o Chicago, ciudades llenas de mexicanos, se escucha el sonsonete dirigido hacia el portero gringo quien, en su rubia ignorancia, es incapaz de entender la carga emasculadora que la afición adversaria pone sobre él.
Deja una respuesta