
Era 1968, una época difícil. En el sur de Asia, Vietnam ardía en llamas junto con la sanidad mental de millones de estadounidenses jóvenes. Aquí, en México, los universitarios se enlutaban tras la masacre del 2 de octubre, mientras que el gobierno intentaba hacer cambio de página y organizar los únicos Juegos Olímpicos que hasta la fecha se han celebrado en el territorio nacional.
En ese contexto, ocurrió un acto verdaderamente revolucionario y vanguardista dentro de las olimpiadas. Con solo 20 años de edad, la entonces campeona nacional de atletismo, la bajacaliforniana Enriqueta Basilio, recorrió el Estadio Olímpico Universitario con la antorcha olímpica y encendió el pebetero en un gesto que marcó la inauguración del formidable evento deportivo.
Al hacer esto, Basilio pasó a la historia como la primera mujer en encender el pebetero olímpico en toda la historia de los juegos, lo cual da a México un papel verdaderamente innovador el larguísimo historial de este magno evento deportivo.
¿De dónde salió esta destacada atleta? Para acceder a su origen hay que remontarnos a 1948 en la que por entonces era una de las ciudades más jóvenes de México: Mexicali, Baja California. Sobre sus entonces apenas asfaltadas calles, sobre las que dice una leyenda que, durante la época más calurosa del año es posible freír un huevo sin problema, esta corredora comenzó a probar las delicias de la velocidad.
Para su fortuna, pronto llamó la atención de numerosos entrenadores y se halló compitiendo en campeonatos nacionales. Era tal la velocidad que alcanzaba, que obligó a muchos seguidores del deporte a reconocer que las mujeres estaban tan capacitadas para correr como cualquier hombre.
Esta tenacidad fue la que finalmente la llevó a hacer historia con su icónica participación en la inauguración de los juegos del ’68.
Su carrera, sin embargo, no se detuvo aquí, pasadas las olimpiadas; Enriqueta siguió compitiendo y eventualmente se convirtió en funcionaria del Comité Olímpico Mexicano e incluso en diputada plurinominal por parte del PRI. Además, al haber sido pionera en el encendido del pebetero olímpico, Basilio se convirtió en un ícono y fue invitada numerosas veces a los recorridos de la llama durante la inauguración de juegos en todo el mundo.
Desgraciadamente, no todo dura para siempre y así sucedió con la vida de Enriqueta Basilio, quien a los 71 años abandonó este mundo en octubre de 2019. Permanece, sin embargo, su legado como pionera y casi verdadera diosa de las olimpiadas mexicanas, prevalece en la memoria de millones de fanáticos del atletismo.
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