Pese a las fantasías de Donald Trump y sus seguidores, los mexicanos nos hemos apoderado, poco a poco, de algunas de las instituciones más importantes de los Estados Unidos. Al principio eran las industrias más ‘sucias’, las que se veían desbordadas por nuestros paisanos; el procesamiento de carne, por ejemplo, tiene casi medio siglo en manos mexicanas. Lo mismo pasa con la jardinería y la pesca de cabotaje.
Hoy, los mexicoamericanos de tercera y cuarta generación han comenzado a acaparar puestos en la economía, la política, la cultura y el deporte.
Desde la MLB hasta la NFL, no hay liga deportiva que no cuente con un importante número de mexicanos dentro de su plantilla. Sin embargo, es en la MLS, la liga nacional de futbol soccer, donde esta influencia se nota de forma más abrumadora.No es para menos, pues, después de todo, el soccer es el deporte más seguido en México.
Para nadie es un misterio que los partidos de la selección estadounidense suelen tener en su público un buen nutrido grupo de connacionales. Y nadie ignora, tampoco, el furor que inunda los estadios de Los Ángeles o Chicago cuando un equipo mexicano juega en alguna de esas ciudades.
Esta fiebre mexicana en el universo estadounidense del balonpié se percibe particularmente en tres jugadores que han hecho de las canchas estadounidenses una verdadera escuela de lo que debería ser el futbol. Hablamos por supuesto de Carlos Vela, Chicharito Hernández y Rodolfo Pizarro.
Con 31 años de edad recién cumplidos, Carlos Vela tiene una trayectoria indiscutible tanto dentro de nuestro país como el extranjero. Hizo sus pininos en las Chivas del Guadalajara, un equipo caracterizado por la sólida formación de su cantera, y con solo 16 años de edad se convirtió en una genuina proeza del balón que le ameritó un fichaje del Arsenal, que se lo llevó a Inglaterra.
En el país Sherlock Holmes, Vela causó sorpresa por su habilidad y pronto fue disputado por otros clubes europeos como el Osasuna, el Salamanca y la Real Sociedad. Posteriormente regresó a la que fue su primera casa en Europa, hasta que llamó la atención de los scouts estadounidenses, quienes le ofrecieron una valiosa oportunidad en el Galaxy de Los Ángeles. Hoy, es el elemento estrella de un equipo que se ha convertido en insignia de una ciudad donde más de la mitad de una población de once millones tiene origenes latinoamericanos.
Los Ángeles es, además, una ciudad donde nunca han pegado los grandes deportes estadounidenses. En el beisbol tienen a los Dodgers, que si bien es un equipo icónico, tiene su origen en el otro lado del país, dentro de Brooklyn, y en el americano el equipo son los Rams, que hasta hace no mucho jugaban en St. Louis.
No obstante, el Galaxy se ha convertido en un verdadero icono para los angelinos, lo que podría atribuirse al predominante sabor latino que se percibe desde el antiguo este de la ciudad hasta las más elegantes calles de Pasadena. Por eso, no es raro que la ciudad acoja al segundo gran futbolista de este triunvirato.
Javier Hernández Balcázar es mayor que Carlos Vela por un año y, como este, inició en el Guadalajara y de ahí pasó a Inglaterra, donde destacó como delantero con el Manchester United. Tras un tiempo alternando entre equipos como el Real Madrid, el Bayer Leverkusen y el Sevilla F.C., conquistó a los estadounidenses y se ganó su lugar dentro del Galaxy, donde ha demostrado una muy aguda capacidad para realizar anotaciones.
Por último, tenemos a Rodolfo Pizarro, un astro de 26 años que nació en Tampico y se formó en la Selección Nacional, donde destacó como uno de los pilares de la escuadra, lo que eventualmente le grajeó la posibilidad de jugar en Europa, como lo hicieron Vela y Hernández.
Dentro de su país, Pizarro ha destacado en el Guadalajara, el Pachuca y el Monterrey. Hoy, juega en Miami, una ciudad que, si bien no tiene la vibrante presencia mexicana que caracteriza a Los Ángeles, sí tiene una considerable presencia latina, lo que garantiza para Pizarro una vasta gama de admiradores.
De una forma u otra, los mexicanos están dominando poco a poco la escena del balompié en los Estados Unidos, algo que no debería extrañarnos, considerando el arraigo con el que cuenta este deporte entre nuestra población.
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