No todo lo que brilla es oro, y muchos equipos de la National Basketball Association lo han comprobado a la mala durante el llamado Draft, esa suerte de pasarela en la que los equipos incorporan a su plantilla a jugadores procedentes de las universidades norteamericanas.
Por regla general, el peor equipo de la última campaña tiene el derecho de elegir primero y, por tanto, llevarse ese “pez gordo colegial” que todos añoran. Sin embargo, la elección más obvia no siempre resulta ser la correcta y, en el caso de los siguientes tres jugadores, el tiempo se encargó de demostrarlo.
Joe Smith
Smith jugó únicamente dos temporadas con la Universidad de Maryland, en la que recibió todos los premios que se otorgan al mejor universitario del año —incluido el prestigioso Naismith College Player of the Year—, terminando con un asombroso promedio de 20,2 puntos, 10,7 rebotes y 3,1 tapones por partido.
Estos números le daban buenas chances de ser elegido entre los primeros, y acertó. Los Golden State Warriors lo eligieron en el primer turno, si bien la felicidad solo les duró una temporada medianamente aceptable.
La carrera de Smith fue un éxodo, al grado que estableció un record por haber jugado para 12 franquicias distintas. Los Warriors se lamentaron de no haber elegido a un joven de la Farragut High School, un tal Kevin Garnet.
Michael Olowokandi
A finales de los años noventa, se decía que este pivot nigeriano de 2.13 metros sería el siguiente Hakeem Olajuwon, miembro del salón de la fama. La realidad demostró que lo único que tienen en común estos dos jugadores es la nacionalidad y el pueblo de origen, su querida Lagos, en Nigeria.
Los Angeles Clippers eligieron a Olowokandi como número 1 del Draft de 1998, en razón de sus espectaculares números en su última temporada colegial: 22,2 puntos, 11,2 rebotes y 3 tapones por partido. Sin embargo, su paso en la NBA fue un fiasco. Las lesiones no lo dejaron en paz, y acabó su carrera con un mediocre promedio de 8.3 puntos por partido.
Considerado el fichaje de Olowokandi como una de las mayores pifias en las elecciones del Draft de toda la historia, el coraje de Los Clippers aumentó con el paso de los años, al darse que cuenta de lo bien que les pudo ir de haber elegido a algún otro de los jugadores disponibles de aquél año, como Vince Carter, Paul Pierce y Dirk Nowitzki.
Greg Oden
En 2007, los Portland Trail Blazers tuvieron la chance de elegir a un jovencísimo Kevin Durant, pero en su lugar se decantaron por el chico maravilla de la Universidad de Ohio State, un tal Greg Oden. La decisión probó rápidamente ser incorrecta.
Durante la pretemporada de su debut, Oden se lesionó y tuvo que requerir una intervención quirúrgica de cierta importancia, lo que lo dejó fuera durante toda la campaña. Al siguiente año logró jugar, dando algunas muestras de sus habilidades defensivas y sus movimientos en el poste.
Los problemas con sus rodillas y los bajones anímicos que sufría —producto de la presión por demostrar su etiqueta de futura superestrella— acabaron con su brevísima carrera. Se retiró en 2016 con sólo 28 años, luego de jugar 105 partidos en 7 temporadas de la NBA, 4 de las cuales las pasó mirando desde el banquillo de lesionados.
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