
En el deporte lo único que importa es el espíritu competitivo, ¿verdad? Que un grupo de personas con habilidades físicas y talentos natos brinden un espectáculo a aquellos menos dotados como para imitarlos. Todo, al final, se trata de risas, diversión y entusiasmo.
A muchos nos gustaría pensar que es así, sin embargo, vivimos en lo que algunos especialistas llaman ‘capitalismo tardío’, que no es otra cosa que la ley de la jungla pero con cuentas de banco en lugar de antílopes, e influencias políticas en lugar de arcos y flechas.
Este estado de las cosas, el capitalismo tardío con su competencia infinita y sus mercados inmisericordes, abarca cada aspecto de nuestras vidas con tanta eficiencia que ni siquiera somos conscientes de ello. El deporte, por supuesto, no es una excepción. Equipos de todas las disciplinas gastan e invierten millones de dólares no solo equipo y fichajes sino también en publicidad, relaciones públicas y todo tipo de servicios financieros.
La disciplina donde esto se vuelve más obvio, es la que también goza de mayor popularidad global. Nos referimos, por supuesto, al futbol. A los latinoamericanos nos gusta pensar el futbol europeo como un espacio impoluto, libre de corrupción y ajeno a las querellas económicas que afectan a nuestros equipos locales. Eso, por supuesto, es una soberana ingenuidad. Los equipos europeos de futbol son verdaderas máquinas de hacer y mover dinero y, como tales, necesitan procurar eficiencia en sus inversiones.
Una forma de garantizar esa eficiencia, es contar con una buena plantilla. Esto les permite a los equipos dos cosas: la más obvia, aumentar sus probabilidades de ganar y mantenerse en las ligas más importantes; la segunda, y quizá aún más relevante, incrementar el prestigio de la marca haciendo que el público la asocie con jugadores que admira.
El Manchester City, el Chelsea y Manchester United han invertido en tres décadas más de mil millones de euros cada uno en fichajes, lo cual equivale a 30 millones de euros al año. ¿De dónde sale el dinero? Eso es lo de menos, porque estos equipos son solo la punta de lo que las ligas europeas invierten en sus jugadores.
El Real Madrid, por ejemplo, ha invertido 990 millones 820 mil euros en las mismas tres décadas, mientras que el Barcelona, que se maneja como cooperativa patrocinada, ha invertido 926 millones 670 mil. El París Saint-Germain, el Inter de Milán, el AC Milán, la Juventus y el Liverpool son otros equipos que sobrepasan los quince millones de euros al año destinados a los fichajes.
Para nadie es un secreto que los equipos mexicanos que más invierten en sus fichajes son América, Chivas y Cruz Azul. Aún así, ninguno de estos tres equipos gasta en promedio más de 10 millones de euros al año, lo cual apenas es una tercera parte de lo que invierten las máquinas de futbol que hay en Europa.
También hay otros deportes que no se quedan atrás a la hora de invertir en sus fichajes. Al inicio de este año, los Twins de Minnesota, de la MLB, contrataron por 14 millones de dólares anuales al bateador dominicano Nelson Cruz. Esto, aún así, es apenas una ínfima parte de lo que invierten equipos como los Yankees, los Red Sox o los Dodgers, que también están entre los más populares del país.
La NBA y la NFL también destacan por las cantidades que invierten en sus jugadores. Dentro de la primera, los Boston Celtics pagarán 141 millones de dólares a Kemba Walker para que juegue con ellos durante un año. En la segunda, los extintos Raiders de Oakland canjearon con los Steelers al receptor Antonio Brown y contrataron al tackle Trent Brown y al safety Lamarcus Joyner por cifras que van entre los 42 y los 66 millones de dólares por cuatro años.
De modo que, como vemos, el dinero y el deporte están más unidos de lo que parece.
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