Tenacidad. Disciplina. Esfuerzo. Trabajo en equipo. Estas son algunas de las características y virtudes que suelen reunir los deportistas, ya sean profesionales o amateurs.
La tolerancia podría ser otra, sobre todo cuando se trata de la tolerancia a la frustración, esa que les permite seguir adelante frente a las adversidades, que les ayuda a levantarse luego de un error y continuar practicando su deporte, incansablemente, hasta lograr sus objetivos.
Lo cierto es que ningún deportista está exento de abandonar el control de sus emociones, ni siquiera los mejores de su disciplina. Al fin y al cabo son humanos, y de vez en cuando pierden los estribos. Muchos de estos berrinches han pasado a la historia, ya por lo dramático o espectacular de la rabieta, ya por la importancia del contexto o escenario en donde se llevó a cabo, como la final de una Copa del Mundo o la pelea por el título mundial.
El cabezazo de Zidane:
Final del Mundial de Alemania 2006. Italia contra Francia. “Zizou” anotó un gol de penal antes de que Materazzi rematara de cabeza para firmar el empate. Así transcurriría todo el partido hasta el tiempo complementario. Y de pronto, sucedió lo inesperado. El capitán francés le propinó un violento cabezazo en el pecho al defensa italiano, embestida digna de un carnero. El árbitro no vio la falta, que sucedió a sus espaldas, pero luego de consultarlo con el cuarto asistente, sacó la tarjeta roja. Zidane se fue expulsado. El defensa italiano reconoció más tarde que había insultado a Zinedine, provocando la agresión. Italia, finalmente, resultaría campeón por cuarta vez en su historia. El capitán francés no volvió al campo para recoger su medalla de subcampeón del mundo, ni el Balón de Oro que le fue otorgado como por ser el mejor jugador del torneo. De hecho, aquél fue su último partido como futbolista profesional, empañando ligeramente una brillantísima carrera.
La mordida de Mike Tyson:
El 28 de junio de 1997 Evander Holyfield se subía al ring para la revancha contra el ex campeón de peso pesado, Mike Tyson. El combate prometía ser parejo y garantizar grandes emociones, como había sucedido en la pelea anterior. Nadie, sin embargo, esperaría lo que pasó en el tercer asalto. Tyson, frustrado por no poder establecer sus condiciones, mientras se apiñaban en un abrazo, aprovecho y le propinó a Holyfield un mordisco en la oreja, arrancándole un pedazo. Luego de una incomprensible advertencia por parte del réferi, Tyson repitió su ataque de bocado, y fue descalificado de inmediato. El berrinche y sus correspondientes burlas acompañaron a Tyson durante el resto de su carrera, hasta el punto en el que participó en un anuncio comercial en el que le “devolvía” a Evander su trozo de oreja.
La otra mordida de Suárez:
Otro mordiscón legendario fue el del delantero del Atlético de Madrid y de la Selección de Uruguay, Luis Suárez. Durante el mundial de Brasil 2014, mientras buscaba rematar a un centro de tiro de esquina, el defensa italiano Giorgio Chiellini se interpuso en su camino. Frustrado por el bloqueo, Suárez le dio un mordidón en el hombro y ambos jugadores cayeron al suelo. Dueño de un cinismo mayúsculo, Suárez todavía fingió que el afectado había sido él, doliéndose de sus dientes frontales. Por supuesto, con tantas cámaras y millones de espectadores viéndolo, a nadie consiguió engañar. La FIFA castigó al uruguayo con nueve partidos de suspensión, pero su embate dental tuvo consecuencias más allá de lo futbolístico; Suárez perdió un contrato publicitario con una marca deportiva y, de paso, puesto que no era la primera vez que algo así le sucedía, se ganó una buena temporada con el psicólogo.
La locura de Khabib
Dentro de la UFC, pocos peleadores practican el llamado “dirty talk” tan bien como lo hace el irlandés Conor McGregor. Antes de su pelea contra Khabib Nurmagomedov en la UFC 229, McGregor no se cansó de soltar improperios contra el ruso y su familia. En buena medida, esos insultos le sirvieron como gasolina para la pelea, en la que derrotó contundentemente a Conor. Sin embargo, aquél fuego no se apagó con la intervención del réferi al detener el combate. Después de alzar los brazos para festejar la victoria, Khabib lanzó su protector bucal en dirección a la esquina de McGregor, y enseguida se lanzó contra ellos, brincando la reja del octágono para caerles a golpes y comenzar la pelea campal. ¿Cuál fue resultado de ser un mal ganador? Nurmagomedov fue suspendido por nueve meses y recibió una multa por más de medio millón de dólares.
Los raquetazos de Serena Williams
Otrora deporte del decoro y los buenos modales, el tenis de hoy en día es un deporte de pasiones al límite, en donde ya no es raro ver a sus protagonistas gritarle al árbitro o patear sus mochilas de entrenamiento. Una de las más iracundas tenistas es Serena, la menor de las Williams. Podría decirse que su mayor berrinche es, en realidad, todo un cúmulo de berrinches. En internet hay tantos videos en donde la multicampeona destruye su raqueta en turno, estrellándola contra la superficie de la cancha, que uno no puede sino pensar en la pequeña fortuna que ha derrochado en multas.
Quizá la raqueta rota más famosa ha sido la que destruyó en el US Open del 2018, tras perder ante la japonesa Naomi Osaka. De esta rabieta alguien, por lo menos, salió beneficiado. Serena se la regaló a un estudiante universitario que trabajaba como recogebolas del evento, quien la subastó e ingresó a su cuenta unos geniales 17 mil dólares.
El autoraquetazo de Mikhail Youzhny
Y hablando de ira y raquetazos, cómo olvidar al buen Mikhail. Si bien la calidad del juego del ruso no es precisamente algo digno de remembranza, sí lo es, en cambio, eso que hizo en el Sony Ericsson Open del 2008. Frustrado por su bajo rendimiento, y luego de un revés que terminó en la red, Youzhny decidió liberar un poco de presión mediante el autocastigo. Sin que los espectadores dieran crédito de ello, el ruso comenzó a golpearse el rostro con el marco de la raqueta en repetidas ocasiones. Un hilillo de sangre, casi como de vergüenza, le escurrió por el rostro antes de que se detuviera el partido para que recibiera asistencia médica. El azote propio tuvo al menos un buen final, y Mikhail ganó el partido.
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