Durante el tercer cuarto del Super Bowl LV, en la banca de Tampa Bay, los receptores Chris Godwin y Mike Evans lucen boquiabiertos. “Es increíble” dice uno. “Es un mago, estoy convencido”, afirma el otro. No están hablando de su mariscal de campo, Tom Brady, sentado en una banca más allá, ajeno a los elogios que no cesan de acrecentar. Evans se lleva las manos a la cabeza y pega de brincos, escandalizado por lo que acaba de ver.
En el campo, Patrick Mahomes sale de la bolsa de protección para eludir a dos defensivos. Un tercero lo persigue y consigue tomarlo del pie, provocando que el mariscal trompique y caiga, pero mientras va cayendo, con el cuerpo casi paralelo al césped, libera el brazo y saca un pase de fantasía, un lanzamiento certero, con la fuerza y dirección perfecta para que el balón llegue justo a las manos del receptor que, finalmente, y arruinando la proeza del quarterback estrella, no consigue atraparlo.
Minutos más tarde, sucede otra jugada similar. Esta vez un defensivo se le cuelga a Mahomes y los dos, trenzados, comienzan a dar vueltas. Aprovechando la inercia, y justo antes de irse al suelo, Patrick vuelve a desatar su brazo derecho y lanza un pase directo a la zona de anotación. Nuevamente, el receptor lo echa a perder todo.
No ha sido una buena noche para Mahomes, que termina el partido con dos intercepciones y sin lograr un solo touchdown. Del otro lado, Brady alza su séptimo trofeo de campeón y su quinto premio al jugador más valioso del Super Bowl.
Sin embargo, a pesar de la derrota, los fanáticos de los Jefes de Kansas City no tienen por qué sentirse desilusionados. Su mariscal de campo les dará muchísimas alegrías en el futuro. Mientras Patrick se mantenga alejado de las lesiones, durante la próxima década los Jefes serán candidatos naturales a coronarse en la Conferencia Americana y contender por el Vince Lombardi.
Más que una profecía, parece una certeza. El talento del número 15 es tan mayúsculo que el éxito de la franquicia parece garantizado. Por esa razón es que los Chiefs acordaron con el joven de 25 un convenio que está llamado a convertirse en el contrato más grande para un atleta en la historia del deporte: un pacto por 12 años en el que Mahomes podría ganar hasta 503 millones de dólares.
No es un asunto de fe, por supuesto. Las razones están a la vista de cualquiera. Patrick Mahomes llena todas las casillas: tiene inteligencia, liderazgo, un brazo poderosísimo, la habilidad de escaparse por tierra y de actuar bajo presión. Como afirma Tony Romo, otrora mariscal de campo de los Vaqueros de Dallas y hoy en día analista deportivo, no es fácil describir lo especial que es Mahomes. “No se me ocurre nadie en la historia a quien recuerdes con todo eso. Todos (los quarterbacks) tienen un punto débil, Patrick no”.
Al finalizar el partido, Mahomes se acercó a Brady para felicitarlo y abrazarse respetuosamente, abrazo que en un futuro podrá ser visto como el punto de quiebre de una época y otra, el cambio de estafeta entre dos colosos del deporte. “Eres una leyenda”, le dijo Mahomes, a lo que Tom le respondió: “Y tú eres un semental, hermano. No perdamos el contacto”.
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