Un penalti (del latín poenalis, que puede traducirse como ‘relativo a la multa’) es la pena máxima que se puede aplicar en muchos deportes de balón. En el futbol se trata de un tiro directo, sin barrera, cobrado desde una distancia establecida por reglamento, que, según su 14ª regla, es de 11 metros.
El árbitro se llevará el silbato a la boca, agitará la mano como guadaña y señalará el manchón penal cuando se cometa una falta (una sancionable con tiro libre directo) dentro del área grande.
Entonces vendrá el cobrador y colocará el balón justo encima del círculo de cal. Los expertos recomiendan un tiro raso y fuerte, pegado al poste. Arriba y al ángulo entre poste y travesaño es mucho mejor, por supuesto, pero aumentan las probabilidades de que suceda el yerro.
Ahora bien, si el tirador no tiene técnica más le vale que derroche inteligencia. La mínima para engañar al portero, para convencerlo de que el balón irá hacia un lado cuando en realidad lo hará hacia el otro. Y en esta categoría de ardides, fintas y tiros amañados hay uno que destaca por sobre todos los demás: el mundialmente famoso tiro a lo Panenka. El chute fue bautizado así en honor a Antonín Panenka, ex futbolista checoslovaco, quien fuera el primero en cobrar un penal con dicha técnica.
Sucedió en Belgrado, en la final de la Eurocopa de 1976, frente a Alemania Federal. El partido terminó empatado, y luego de la prórroga se mantuvo la igualada, obligando a la serie de tiros penales. El arco alemán lo defendía Sepp Maier, legendario portero del Bayern Munich. Checoslovaquia iba ganando 4 a 3, y el turno era para Antonín. Su tiro era decisivo; si anotaba el gol su equipo levantaba la copa. Fue entonces cuando Panenka echó a andar hacia el balón en su amague de disparar. Cuando estaba a punto de impactarlo, observó que el portero se vencía hacia su costado izquierdo. En ese instante conectó con la punta de la bota la parte inferior del ovoide, el cual se levantó un par de metros haciendo una vaselina para luego entrar en la portería, muy lentamente, ante la impotencia del meta alemán.
Este gol ha pasado a la historia del futbol mundial como una muestra de la conjunciónn entre gallardía y astucia, y desde entonces, todo jugador que lo imita y ejecuta con éxito se viste de gloria, pero, también es justo decirlo, ¡pobre de aquél que se equivoque!
Deja una respuesta