No todo es gloria en la vida de los grandes atletas olímpicos. Algunos han debido hacer frente a momentos oscuros y dotarse de resiliencia para continuar con sus carreras, incluso cuando parece que todo podría estar perdido.
Un ejemplo de esta situación lo encontramos en la gimnasta estadounidense Kerri Strug. Durante las Olimpiadas de Atlanta 1996, Strug y su equipo, conocidas como ‘las fabulosas siete’, habían deslumbrado a los jueces por su inigualable destreza y coordinación.
Todo iba viento en popa para las gimnastas hasta que ocurrió lo peor: durante una de las maniobras, Strug se lesionó un tobillo. Este incidente solo fue la entrada a una racha de mala suerte, pues sus compañeras comenzaron a conseguir puntajes menores a los que llevaban hasta ese momento.
Todo parecía perdido para las gimnastas, hasta que Strug decidió tomar cartas en el asunto. Con todo y su lesión de tobillo, la atleta hizo frente al dolor y ejecutó una pirueta que consiguió el apoyo de los jueces y la llevó a la gloria junto con su equipo.
También de Estados Unidos es el esquiador J.R. Celski, quien durante una competencia previa a la Olimpiada de Invierno en Vancouver, se fracturó una pierna y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. Muchos, incluyendo el propio Celski, esperaban lo peor. Se hablaba incluso de que tendría que retirarse del deporte.
No obstante, con todo y sus sesenta puntadas, Celski volvió a la plataforma de ski para los juegos olímpicos donde, además, pese a sus malos pronósticos se llevó un bronce. Cuatro años después, en 2014, el estadounidense mejoró su rendimiento consiguiendo la plata en Sochi y el oro en el Campeonato Mundial de Ski en Montreal.
Tanto Kerri Strug como J.R. Celski son grandes ejemplos de la resiliencia en los deportes olímpicos. Para ambos, que enfrentaron situaciones que ponían en peligro sus carreras, lo más fácil hubiera sido rendirse. Aún así, decidieron continuar hasta conseguir la gloria que aún sigue a sus nombres entre los aficionados del deporte.
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