La escena es por demás conmovedora. Rose Namajunas, flamante campeona de peso paja de la UFC, está de pie, junto al réferi y su contrincante, la china Zhang Weili, que todavía se soba la mandíbula por la patada recibida. Cuando el anunciador de la pelea declara como vencedora a Namajunas, y el comisionado se acerca para colocarle su cinturón, Rose no puede contenerse y se suelta en llanto. No son lágrimas pudorosas, sino un lloriqueo tierno, infantil.
Por su mente deben estar pasando muchas cosas. Recuerdos amargos, como cuando los niños de su escuela secundaria se burlaban de ella, la insultaban, la golpeaban, hasta que no pudo hacer otra cosa que aprender a defenderse.
Bajita y rubia, terminaron apodándola “Thug Rose” (La matonaRose) por su cara de pocos amigos y ese ceño siempre fruncido que justificaba el mote.
Para sobrellevar los días de escuela, muy pronto se aficionó al ejercicio y las artes marciales. En su natal Milwaukee, creció entrenando taekwondo, karate y jiu-jitsu, antes de conocer y comenzar a entrenar con el ex kickboxer y head coach de Roufusport, Duke Roufus.
Desde entonces comenzó su verdadero romance con las Mix Martial Arts, disciplina que le ha dado todo: dinero, una fama creciente y hasta su prometido, el también peleador de la UFC Pat Barry.
El camino no ha sido corto ni sencillo. Namajunas se unió a la UFC como participante de la temporada número 20 de The Ultimate Fighter, luego de comenzar su carrera profesional en el 2013 con Invicta FC. En aquella temporada logró vencer a sus contrincantes y llegar hasta la gran final, en la que acabó perdiendo contra Carla Esparza.
La derrota la hizo más fuerte. Prácticamente un año después venció por sumisión a Paige VanZant, propinándole su primera derrota en la UFC. La montaña rusa estaba por comenzar. En julio del 2016 perdió con la polaca Karolina Kowalkiewicz por decisión dividida, y luego acumuló sendas victorias contra Michelle Waterson y Joanna Jędrzejczyk —esta última, la que fuese brutalmente golpeada y desfigurada por Zhang Weili, años después—, para alzarse con su primer campeonato de la división.
En 2019, Rose sufrió un duro revés frente a Jéssica Andrade, luego de perder su recién estrenado cinturón, al terminar noqueada cuando la brasileña la azotó contra la lona del octágono. Luego de aprender de sus errores, volvió meses después para pedir la revancha, y en 2020 consiguió la victoria frente a Andrade por decisión dividida.
Ese fue el triunfo que le dio la posibilidad de enfrentarse a Weili y pelear por un nuevo cinturón, ese que ahora le ajustan para laurearla como la nueva campeona de Peso Paja de la UFC. Por eso llora sin control. Porque sabe que, como diría Robert Browning, el éxito de un minuto paga el fracaso de años. Su esfuerzo ha valido la pena. A nadie engañaba cuando, segundos antes de que comenzara el combate, la cámara de televisión la grabó repitiéndose para sí misma, y acaso para el mundo entero: “I’m the best, I’m the best, I’m the best”.
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