A todos y todas nos gusta el box. Tanta agresividad puesta al servicio de unos puños tiene un componente de satisfacción insoslayable. Sería incluso acertado afirmar que hay algo necesariamente erótico en la imagen de dos personas disputando una pelea a puño limpio dentro del cuadrilátero.
Por eso las vidas de los boxeadores nos parecen casi poéticas. Son sin duda lo más cercano que nuestra civilización de asfalto estará de un glorioso héroe homérico.
Para dar fe de esto, basta con mirar, por ejemplo, el furor que desataron en su momento las ocho películas de Rocky, el entrañable boxeador italoamericano a quien el genio de Sylvester Stallone transformó en ícono de la clase obrera estadounidense.
Sin embargo, el glamour del box va mucho más allá de Rocky, como lo deja ver Ryan García, un joven boxeador estadounidense de ascendencia mexicana que a sus 22 años ya se perfila como uno de los mejores de la historia.
Originario del sur de California, Ryan, cuyos padres también eran aficionados al box comenzó a destacar en el deporte desde que era un niño. Junto con su hermano Brandon, entrenó duro para convertirse en el héroe del box que hoy es un símbolo de esperanza entre los mexicoestadounidenses, una comunidad que tradicionalmente ha estado asociada con este deporte.
Con 21 luchas en su haber desde que debutó en 2016 en la arena Rancho Grande de Tijuana, García nunca ha perdido una pelea. En total, 18 las ha ganado por knockout y tres por decisión de los jueces, pero nunca ha enfrentado la derrota, ni siquiera un empate, lo que lo ha hecho una de las figuras más destacadas en el boxeo.
De seguir así, es probable que el joven de sangre azteca acceda pronto al panteón de los boxeadores, ese donde se levantan figuras como Muhammad Ali y ‘El Canelo’ Álvarez.
Deja una respuesta