El 3 de agosto del 2016, en el Hotel Windsor Oceánico de Río de Janeiro, se anunció públicamente que el skateboard —junto con el béisbol, el karate, el surf y la escalada— se convertiría en deporte olímpico para los próximos juegos de Tokio 2020. Según el Comité Olímpico Internacional, esta y otras disciplinas marcarán la tendencia para los siguientes Juegos Olímpicos, que buscan contar con más y más deportes en cada edición.
El skateboard tiene sus orígenes en las playas de Malibú, California, a principios de los sesenta. Phil Edwards y Mickey Muñoz, un par de surfistas que deseaban practicar su deporte en tierra, le quitaron las ruedas a unos patines, se las montaron a una tabla de madera y así nació el denominado “Surf Roll”.
Al principio, como las ruedas estaban hechas de caucho y no les otorgaba una buena adherencia al asfalto, los pioneros de la tabla sufrieron muchos accidentes. Posteriormente, los fabricantes las hicieron de uretano, material que brindaba mayor tracción y que permitió que los patinadores comenzaran a inventar toda clase de saltos y suertes en las más diversas y retadoras superficies, como, por ejemplo, las curveadas paredes de una alberca vacía.
Una década después, en los setenta, nació Zephyr, mejor conocidos como los Z-Boys, probablemente las primeras superestrellas del patinaje que impulsaron en buena medida la popularidad de este deporte.
En sus comienzos, los skaters conformaron una tribu urbana que hacía uso del espacio público, movidos por un sentimiento de rebeldía y de la conquista de la libertad. Se sentían ajenos a los deportes del capitalismo, y su práctica la consideraban, principalmente, una actividad contrahegemónica.
Con el paso de los años, surgieron muchos patinadores a lo largo y ancho del territorio estadounidense. La tribu creció y se dispersó. El aporte de estos pioneros en cuanto a la técnica fueron por demás significativos para que esta actividad pasara de ser un mero pasatiempo a convertirse en una disciplina hecha y derecha.
Alan Gelfand fue el primer patinador que “pateó” la cola de la tabla para saltar con ella, naciendo así uno de los trucos que cambiaría por completo el mundo de la patineta y que, a la postre, se volvería el movimiento básico para cualquier skater: el famoso “ollie”.
Luego llegó Tony Hawk, la leyenda del deporte, el nombre más conocido por cualquiera que se sepa montar en una tabla. La aparición del californiano revolucionó al skateboard para catapultarlo y convertirlo en lo que es actualmente: una disciplina con más de 40 millones de practicantes en todo el mundo, con un mercado pujante y múltiples torneos internacionales al año, como los famosos X-Games.
De hecho, Hawk fue el vocero de la comunidad de skaters durante el anuncio de su inclusión a la lista de los deportes olímpicos. Sin embargo, su permanencia en esta categoría no está está garantizada. Por lo pronto, su plaza ya fue aprobada provisionalmente para los juegos de París 2024. Luego de ahí, veremos qué pasa.
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