El deporte suele ser el escaparate donde relucen las mejores virtudes del ser humano. Cada disciplina tiene su particular forma de hacerlo, incitando en el deportista a un espíritu de superación y de compañerismo. Sin embargo, en muchas ocasiones se ha vuelto causa y escenario de grandes tragedias. Estas son algunas de ellas:
El milagro de los Andes
El 13 de octubre de 1972, un avión militar que transportaba al equipo de rugby Old Christians del colegio uruguayo Stella Maris, se estrelló contra el risco de una montaña en la cordillera de los Andes. En un segundo golpe perdió el ala derecha, que al desprenderse partió la cola del avión, y dos hileras de pasajeros salieron volando al vacío. En el tercer impacto se perdió el ala izquierda. El cuerpo del avión se deslizó colina abajo, hasta una explanada blanca que sería el hogar de los sobrevivientes durante los siguientes 72 días.
De las 45 personas en el avión, 13 murieron durante el accidente. Los 27 restantes tuvieron que enfrentarse a las inhóspitas condiciones ambientales. Al octavo día escucharon por la radio que las tareas de búsqueda habían cesado. Luego un alud los enterró, causando la muerte varias personas más. Por la falta de comida, y luego de una decisión grupal, acordaron alimentarse con la carne de sus compañeros fallecidos.
Cuando se dieron cuenta que nadie vendría a rescatarlos, Nando Parrado, Roberto Canessa y Antonio Vizintín decidieron atravesar la cordillera en búsqueda de ayuda. El último de ellos se lesionó y lo enviaron de vuelta con el grupo. 59 kilómetros y 10 días después, Canessa y Parrado alcanzaron la precordillera de San Fernando, en donde un arriero los encontró y auxilió. La noticia le dio la vuelta al mundo y dos helicópteros chilenos lograron rescatar, más de dos meses después del accidente, a los 16 famélicos supervivientes del vuelo 571.
La tragedia de Heysel
El estadio de Heysel, en Bruselas, fue el escenario de una de las peores tragedias del fútbol mundial. El 29 de mayo de 1985, el Liverpool FC y la Juventus de Turín se enfrentaron en la final de la Copa de Europa, frente a poco más de 60 mil espectadores en las gradas. La catástrofe se originó cuando, nadie sabe por qué, aficionados de la Juve y hooligans ingleses compraron localidades fuera de las zonas acotadas, coincidiendo hombro con hombro sin presencia de la policía. Los ingleses comenzaron a increpar a los italianos, arrojándoles palos, botellas, orín. La trifulca derivó en una estampida que causó la muerte de 39 personas por asfixia y aplastamiento, y que más de otras 600 resultaran heridas.
Actos terroristas Munich 1972
Durante los Juegos Olímpicos de Munich de 1972, once miembros de la delegación olímpica israelí fueron asesinados por terroristas palestinos del grupo Septiembre Negro, una facción de la Organización para la Liberación de Palestina. El 5 de septiembre de ese año, los extremistas asesinaron primero a dos atletas, y retuvieron como rehenes a otros nueve con la exigencia de liberar de forma inmediata a más de 200 presos palestinos en cárceles israelís. Las autoridades, luego de casi un día de negociación, se organizaron para realizar un desorganizado (y, a la postre, frustrado) rescate, lo que provocó la masacre en la que murieron los atletas, un policía alemán y cinco de los ocho terroristas. A pesar de esto, las actividades de los Juegos Olímpicos se reanudaron al día siguiente, con un funeral en el estadio olímpico. Estos hechos inspiraron la película Munich, de Steven Spielberg.
La tragedia de Hillsborough
Cuatro años después de Heysel, los aficionados del Liverpool volvieron a protagonizar una desgracia. Sin embargo, esta vez no fue culpa de los fanáticos inadaptados sino del exceso en el aforo, aunado a las pésimas condiciones del estadio de Hillsborough. Sucedió durante las semifinales de la Copa de Inglaterra entre Liverpool y Nottingham Forrest, el 15 de abril de 1989. A los pocos minutos de haber iniciado el partido, un policía se dio cuenta de que los aficionados se aplastaban contra las verjas de seguridad, en una avalancha humana incontenible. El juego se suspendió, se retiraron las verjas, y la cancha se convirtió en un hospital al grado de que las vallas publicitarias sirvieron de camillas para trasladar a los heridos. Aquél día murieron 96 personas y se contabilizaron 776 heridos. Una de las víctimas más jóvenes fue un niño de diez años llamado Jon-Paul Gilhooley, sobrino de Steven Gerard, el legendario centrocampista del Liverpool FC.
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