Las rivalidades deportivas no son patrimonio exclusivo del futbol. En el deporte del bate y la bola también hay ejemplos contundentes de competencia constante entre formaciones deportivas, siendo la más destacada la que se suscita entre los New York Yankees y los Boston Red Sox.
Para comprender esta rivalidad, que trasciende el ámbito deportivo hasta convertirse en un genuino conflicto geográfico, hay que remontarnos dos siglos en el pasado. En un Estados Unidos que recién había consolidado su independencia, unos pocos centros urbanos concentraban a la mayor parte de la población.
Entre todos estos, los mayores eran Boston, Nueva York y Filadelfia, con Boston y Nueva York en una situación ventajosa en tanto que, a diferencia de Philly, tenían grandes puertos en comunicación constante con las naciones europeas. Esto hizo que entre ambas ciudades, localizadas a menos de 300 kilómetros una de la otra, se desarrollara una notoria rivalidad desde los albores del siglo XIX.
Para 1900, esa rivalidad parecía haber quedado zanjada en el terreno geográfico, al convertirse Nueva York en la metrópoli más importante y capital financiera de facto de América del Norte, pero había aún un terreno en el que esa situación podía ser disputada por el orgullo bostoniano: el beisbol.
El 7 de mayo de 1903, los entonces llamados Boston Americans recibieron en casa a los Highlanders, antecesores de los Yankees. Aunque el equipo de Massachussets logró coronarse campeón, un incidente con un pitcher desencadenó una pelea en la que participaron técnicos, beisbolistas y espectadores, muchos de ellos obreros irlandeses ansiosos de probarse con los puños al calor de una pinta de cerveza.
Diez años después, ya con el nombre ‘Medias Rojas’ y en el estado Fenwey Park, donde continúan jugando hasta la fecha, los bostonianos derrotaron por primera vez a los Yankees ya con ese nombre. Como en la ocasión anterior, el partido terminó en reyerta. Las cartas estaban echadas, nunca habría paz entre ambos equipos.
En 1919 tuvo lugar un episodio icónico en la mitología de los Red Sox. Babe Ruth, quien llevó a los Sox a conseguir tres series mundiales, fue, imprudentemente, a juicio de la afición, vendido al archirrival neoyorkino. Esta venta, que marcó duramente el imaginario bostoniano, significó, para los aficionados, nada menos que la condena del equipo a padecer lo que se conoce como ‘La maldición del bambino’.
De acuerdo con esta leyenda, por la venta de Babe Ruth, las potencias que controlan el deporte castigaron a los Sox y les impidieron ganar una sola serie mundial hasta 2004.
Fueron décadas oscuras para la afición de Massachussets. Por temporadas completas, los Sox ni siquiera calificaron para la serie y, en algunas ocasiones, llegaron a considerarse como el peor equipo del beisbol estadounidense. Aún así, los aficionados se mantuvieron leales y, con todo y los errores garrafales que daban fama al equipo, los Red Sox se convirtieron en un todo un símbolo de la ciudad.
En 2004, la maldición no solo se rompió, sino que además comenzó a ceder durante un partido clásico. Los Sox se enfrentaban a los Yankees en lo que parecía ser una batalla perdida. Cuando terminó el partido, los Sox no solo habían pasado a la Serie Mundial, sino que además descalificaron a sus enemigos, los mismos que los metieron en ‘la maldición’. Un par de meses después, el equipo era campeón de la serie.
Desde entonces ya nadie habla de los Sox como un equipo mediocre, aunque la rivalidad con los Yankees sigue siendo dura. Después de todo, no hay dos ciudades más competitivas en la Costa Este de los Estados Unidos que Nueva York y Boston.
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